viernes, 17 de julio de 2009

¡Es todo tan simple, y al mismo tiempo, tan complicado!

Simple, porque basta con cambiar de actitud. No voy a buscar más la felicidad. A partir de ahora soy independiente, veo la vida con mis propios ojos, y no con los de los demás. Voy a buscar la aventura de estar viva.
Y complicado: ¿por qué no voy a buscar la felicidad si la gente me ha enseñado que es el único objetivo que merece la pena?
¿Por qué me voy a arriesgar a tomar un camino que otros no se arriesgaron a tomar?
Después de todo, ¿Qué es la felicidad?
Amor, responden. Pero el amor no da, y nunca ha dado felicidad. Todo lo contrario, siempre es una angustia, un campo de batalla, muchas noches en vela, preguntándonos si estamos haciendo lo correcto. El verdadero amor está hecho de éxtasis y agonía.
Paz, entonces. ¿Paz? Si miramos a la Madre, ella nunca está en paz. El invierno lucha con el verano, el sol y la luna nunca se ven, el tigre persigue al hombre, que tiene miedo del perro, que persigue al gato, que persigue al ratón, que asusta al hombre.
El dinero da la felicidad. Muy bien: entonces todas las personas que tienen dinero suficiente para vivir con altísimo tren de vida podrían dejar de trabajar. Pero siguen más nerviosas que antes, como si temieran perderlo todo. El dinero da más dinero, eso es verdad. La pobreza puede provocar la infelicidad, pero al contrario no es cierto.
He buscado la felicidad durante mucho tiempo de mi vida; ahora lo que quiero es alegría. La alegría es como el sexo: empieza y acaba. Yo quiero placer. Quiero estar contenta, ¿Pero felicidad? Ya no caigo en esa trampa.




Paulo Coelho